Estamos ante una crítica filosófica escrita por José Domingo de Prada, profesor de filosofía en el centro IES Leiras Pulpeiro de Lugo, perteneciente al “ Grupo Doxa de Filosofía” de la misma ciudad, foro utilizado como medio divulgativo, creado por docentes pertenecientes al ámbito filosófico dentro de la educación.
En este texto el autor pretende hacer reflexionar al lector mediante la crítica constante a las falsas libertades del mundo contemporáneo tal y como menciona en el título del mismo, destacando a uno de los defensores del liberalismo: Robert Nozick, filósofo y profesor de la Universidad de Harvard, liberal cuya principal propuesta es el Estado mínimo como la forma de gobierno más justa. El autor respeta a este filósofo como teórico, discrepando en el ámbito práctico, que derivó hacia el neoliberalismo desarrollado por Reagan y Thatcher. Intenta demostrar de forma pragmática cómo los ideales se desvirtúan derivando hacia intereses particulares, olvidando la ideología de partida unificadora de criterios.
La justificación de Nozick viene dada a partir de dos premisas, una centrada en la relación del individuo como parte de la sociedad “cada individuo puede hacer lo que quiera mientras no quebrante la ley, y la ley tiene que ser muy poco restrictiva para no coartar ninguna libertad individual” y otra de tipo económico “los participantes en un acuerdo económico tienen plena capacidad de decisión siempre que actúen libremente”, argumentando para ello tres falacias: la libertad es social, no individual; no existen pactos libres entre los ciudadanos, debido a la falta de equidad de condiciones entre los diferentes sectores de la población y por último destacar el condicionante de la ley que regula el mercado, la oferta y la demanda frente a la autorregulación reiterada por Nozick.
En el texto se habla de la ley de la oferta y la demanda, idea que ya había sido desarrollada por Adam Smith en “La riqueza de las naciones”. Este pensamiento liberal provocó de alguna manera la crisis del 29. El neoliberalismo pretende reclamar y restaurar esta ideología, pero pervertida y tergiversada para beneficiar a una determinada élite. Nozick, por su parte, pretende volver a los orígenes de esta ideología, y es contra lo que el autor se posiciona, dictaminando las tres falacias.
Si la libertad fuera individual como Nozick pretende, el orden de la sociedad se rompería, a causa de un control del Estado mínimo. Cada individuo argumentaría que está en su derecho de hacer una cosa u otra, dada su situación de libertad. Sin embargo, si la libertad es social, nos vemos limitados para no invadir la libertad de otro individuo. Sin embargo, alguien con menos medios para imponer su derecho a que no le priven de su libertad, está en una situación de inferioridad.
En el momento en que un hombre tiene que venderse por un salario de 600 €, no goza de las mismas libertades que el propietario de la empresa, que gana cuarenta veces más. Esto, a su vez, provoca que el trabajador no tenga la misma capacidad adquisitiva que el gran empresario. Así, aunque los mismos bienes estén al alcance de todos, el proletario deberá privarse de productos que garantizaran esa falsa igualdad.Además, el mercado no varía en función de la oferta y la demanda, sino que oscila buscando el máximo beneficio para el gran empresario, minimizando las libertades y oportunidades de los que no son privilegiados.
Por lo tanto, aunque los preceptos de este sistema ideado por Nozick pudieran ser adecuados para la sociedad (todo desde un punto de vista subjetivo), en la práctica son erróneos. Estos principios son tergiversados hasta el punto de que a día de hoy toda actividad tanto política como económica está orientada al enriquecimiento de unos pocos, que gozan de todas las libertades expuestas por el filósofo y contra las que se posiciona el autor del texto.
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